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martes, 8 de junio de 2010

Algunos libros que he leído

Me gustaría compartir con Uds. algunos de los libros que he leído y que han sido importantes en muchossentidos en cuanto a mi visión de la ciencia y el ejercicio de un correcto escepticismo.
Recomiendo leerlos todos, así que dejaré un link para que puedan descargarlos todos juntos en un solo archivo (comprimido en formato rar) de 15 Mb:



Los libros que contiene el archivo son los siguientes:













Análisis Evolutivo. Respuestas a los Argumentos Creacionistas

La evolución por selección natural no es científica ya que no se puede probar que no es cierta y porque hace predicciones no comprobables.

Cada uno de los cuatro postulados de Darwin (1. los individuos que forman las especies son variables; 2. algunas de estas variaciones pasan a los descendientes; 3. en cada generación se producen más descendientes de los que pueden sobrevivir; 4. la supervivencia y la reproducción de los individuos no son al azar) es comprobable independientemente, por lo que la teoría cumple el criterio clásico de que las ideas deben poder comprobarse. Además, decir que los biólogos evolutivos no hacen predicciones no es cierto. Los paleontólogos predicen rutinariamente (y correctamente) qué estratos tendrán fósiles y de qué tipo (un ejemplo espectacular fue que en la Antártida se encontrarían mamíferos marsupiales fósiles); Peter y Rosemary Grant han utilizado técnicas estadísticas basadas en la teoría evolutiva para predecir correctamente la cantidad y la dirección del cambio en las características de los pinzones durante los periodos selectivos de finales de 1980 y principios de 1990 (Grant y Grant 1993, 1995). El creacionismo científico, por otro lado, llega a una incongruencia; en palabras de uno de sus líderes, el Dr. Duane Gish (1978, p. 42): “No podemos descubrir por métodos científicos nada acerca del proceso creador utilizado por Dios.”

Ya que la Tierra fue creada hace unos 6000 a 8000 años, no ha habido tiempo suficiente para que la evolución darwiniana produzca la adaptación y la diversidad observada en los seres vivos.

Los científicos de la Creación presentan teorías sobre una Tierra joven y arguyen que la mayoría de las formas geológicas y de los estratos resultaron del diluvio universal del tiempo de Noé. (Por ejemplo, véase Gish 1978 y Swinney 1994). Muchos simplemente no creen en las suposiciones que hay detrás de la datación radiactiva y niegan la validez de los datos. La suposición del uniformismo en la evolución de la vida y de las formas terrestres también es rechazada por los científicos de la creación. De nuevo citamos a Gish (1978, p. 42): “No sabemos cómo creó Dios, qué procesos utilizó; Dios utilizó procesos que ya no son operativos en el universo natural”.
Sin embargo, las bases de la datación radioactiva se han comprobado y se ha demostrado que son correctas. La datación radioactiva ha demostrado que los estratos rocosos difieren en edad, y que la Tierra tiene unos 4600 millones de años.

Ya que los organismos progresan desde formas más simples a más complejas, se viola la segunda ley de la termodinámica.

Aunque la segunda ley ha sido enunciada de varios modos desde su formulación a finales del siglo XIX, la versión más general es: “Los procesos naturales tienden a moverse hacia un estado de mayor desorden” (Giancoli 1955). La segunda ley se centra en el concepto de entropía. Es una cantidad que mide el estado de desorden de un sistema. La segunda ley, redactada en términos de entropía, es que: “La entropía de un sistema aislado nunca disminuye. Sólo puede mantenerse sin cambio o aumentar” (Giancoli 1995).
La clave para entender la relevancia de la segunda ley para la evolución es la palabra “aislado”. La segunda ley es cierta sólo en sistemas cerrados. Sin embargo, los organismos vivos son sistemas abiertos: la Tierra, en donde formas de vida fotosintéticas captan la energía solar y la convierten en energía química que ellos y otros organismos pueden consumir. Debido a que continuamente se está añadiendo energía a los sistemas vivos, la segunda ley no es aplicable a su evolución.

Nadie ha visto formarse una nueva especie, por lo que la evolución es indemostrable. Y debido a que los evolucionistas dicen que la especiación es tan lenta como para no poderse observar directamente, la evolución es indemostrable y se basa en la fe.

Aunque la especiación es un proceso lento, va marchando y se puede estudiar. En el capítulo 12 exploraremos uno de los ejemplos mejor estudiados: la divergencia de la mosca del manzano en dos razas huésped distintas. Las dos formas de estas moscas dejan sus huevos en frutos distintos, que servirán de alimento a sus orugas. Como consecuencia de patrones distintos de selección natural sobre caracteres, como las preferencias por el alimento y el momento del apareamiento, están comenzando a surgir marcadas diferencias genéticas entre las dos poblaciones. La investigación en estos organismos está documentando sucesos clave en el comienzo de un proceso de escisión de una especie en dos.
Ya que hay decenas de millones de especies de insectos y debido a que muchos insectos están especializados en comer plantas, lo que está sucediendo con la mosca cresa del manzano es de interés general: puede estar sufriendo un proceso que ha ocurrido muchas veces en el curso de la evolución.

lunes, 7 de junio de 2010

Análisis Evolutivo. La Naturaleza de la Selección Natural. Parte 3

La selección natural no es ni aleatoria ni progresiva.

La evolución por selección natural se caracteriza a veces como un proceso aleatorio, pero nada puede estar más lejos de la realidad. La evolución por selección natural no es aleatoria, ya que aumenta la adaptación al ambiente.
Sin embargo, como los ejemplos del VIH, de los pinzones y del panda demuestran, el proceso de selección no aleatoria está completamente libre de cualquier intencionalidad consciente. Realmente Darwin llegó a rechazar la frase acuñada “seleccionada naturalmente” porque la gente creía que la palabra selección implicaba un acto consciente o la elección por algún ser. No ocurre nada de esto.
Además, aunque la evolución tiende con el tiempo a aumentar la complejidad, el grado de organización y la especialización de los organismos, no es progresiva en el sentido de conducir hacia algún objetivo predeterminado. La evolución hace organismos “mejores” solo en el sentido de aumentar la adaptación a su ambiente. No hay una tendencia inevitable hacia formas más avanzadas de vida. Por ejemplo, las tenias actuales no tienen sistema digestivo y han evolucionado realmente para ser más simples que sus antecesores. Las serpientes evolucionaron a partir de antecesores que tenían extremidades. Las aves más primitivas del registro fósil tenían dientes.
Desgraciadamente, una visión finalista de la evolución tardará en desaparecer. Incluso Darwin tenía que recordarse a sí mismo lo de “nunca usar las palabras superior o inferior” cuando se discutían relaciones evolutivas. Es cierto que algunos organismos descienden de linajes antiguos y otros de linajes más recientes, pero todos los organismos del registro fósil y los que viven en la actualidad fueron adaptados a sus ambientes. Todos ellos son capaces de sobrevivir y reproducirse. Ninguno es “superior” o “inferior” respecto de cualquier otro.

La eficacia no es circular.

La Teoría de la Evolución por selección natural se critica a menudo (no por biólogos) de tautológica, o circular en su razonamiento. Es decir, después de revisar los cuatro postulados de Darwin, se podría decir “Desde luego, los individuos con variaciones favorables son los únicos que sobreviven y se reproducen, debido a que la teoría define como favorable la capacidad para sobrevivir y reproducirse.”
La clave para resolver el problema es darse cuenta de que la palabra “favorable”, aunque es una abreviatura cómoda, es falsa. El único requerimiento para la selección natural es que ciertas variantes lo hagan mejor que otras, como opuesto a las aleatorias. Siempre que un grupo no aleatorio de la población sobreviva mejor y deje más descendientes, se producirá selección natural. En los ejemplos que hemos analizado, la investigación no solo determinó qué grupos no aleatorios sobrevivieron a un hecho selectivo, sino también descubrió por qué se favoreció a dichos grupos.
En el presente también debería tener sentido que la eficacia darwiniana no es un valor abstracto. La eficacia se puede medir en la naturaleza. Se hace contando los descendientes que producen los individuos durante su vida u observando la capacidad de los individuos para sobrevivir a un suceso selectivo y comparando la actuación de cada individuo respecto de otros individuos de la población. Éstos son criterios objetivos, independientes y mensurables para estimar la eficacia.

La selección natural actúa sobre individuos, no sobre grupos.

Uno de los errores más persistentes sobre la selección natural, especialmente la selección en el comportamiento animal, es que los individuos realizan acciones por el bien de la especie. El autosacrificio, o comportamiento altruista, se da en la naturaleza. Los perritos de las praderas hacen llamadas de alarma cuando se aproximan los predadores, lo que dirige la atención hacia ellos mismos. Las leonas a veces cuidan cachorros que no son los suyos. Pero la selección no puede favorecer caracteres a menos que incrementen la eficacia de sus portadores en relación con la competencia individual. Si hay un alelo que produce un comportamiento realmente altruista, es decir, un comportamiento que reduce la eficacia del portador y aumenta la eficacia de otros, sería seleccionado fuertemente en contra. Como veremos en el Capítulo 10, se ha encontrado que todo comportamiento altruista que ha sido estudiado en detalle aumenta la eficacia del altruista, bien porque los beneficiarios del comportamiento son parientes genéticos muy próximos (como en los perritos de las praderas) o porque los beneficios son recíprocos (como en el cuidado de las crías en los leones).
Sin embargo, la idea de que los animales harán cosas para el bien de la especie está tan arraigada que consideraremos este punto una segunda vez. Consideremos de nuevo a los leones. Los leones viven en grupos sociales llamados manadas. Coaliciones de machos luchan para tomar posesión de la manada. Si un nuevo grupo de machos derrota en combate a los machos de la manada, los recién llegados matarán rápidamente a todas las crías. Estas crías no están emparentadas con ellos. Matar a las crías aumenta la eficacia de los nuevos machos, ya que las hembras volverán a ser fértiles de nuevo muy pronto y concebirán descendientes para los nuevos machos (Packer y Pusey 1983, 1984). El infanticidio está muy extendido entre los animales. Claramente, un comportamiento de este tipo no existe por el bien de la especie. El infanticidio existe, más bien, porque en ciertas circunstancias aumenta la eficacia de los individuos que lo realizan frente a los que no lo realizan.
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