El naturalismo es la concepción del mundo que afirma que la realidad está constituida exclusivamente por entidades naturales, y que los procesos que ocurren son naturales y legales. Es decir, afirma que no existen espíritus (dioses, demonios o fantasmas), ni eventos tales como los milagros.
El sobrenaturalismo es, obviamente, la concepción opuesta. Afirma que existen entidades y procesos sobrenaturales, lo cual es compatible con la religión y un montón de creencias populares.
Puesto que naturalismo y sobrenaturalismo son concepciones del ser humano, existen dos grandes clases de individuos en lo que a la concepción del mundo respecta: naturalistas y sobrenaturalistas, y una tercera clase, la de aquellos que no toman partido por ninguna de las posturas citadas, porque simplemente no les interesa. Quien afirma “no creo en las brujas, pero que las hay, las hay”, o “creo en Dios pero no en el milagro de la concepción de su hijo” caen en esta categoría, (mas allá del carácter circunstancial o humorístico que puedan tener estas expresiones). No se detienen a pensar acerca de las incoherencias y contradicciones que estas afirmaciones implican si se toman seriamente. Simplemente no asumen una decisión acerca de estas cuestiones fundamentales acerca del Ser y el Devenir.
Caso distinto es el del naturalista genuino. Éste aspira a adoptar una profunda convicción filosófica acerca de cómo es y funciona el mundo. Toma una decisión. Lo mismo vale para el sobrenaturalista genuino.
Tanto para el naturalista como el sobrenaturalista, (genuinos), no existen medias tintas: se cree o no en la magia, se cree o no en espíritus, se cree o no en milagros, se cree o no, no se cree a medias.
Para el individuo naturalista, las preguntas nunca se agotan, y jamás se encuentran todas las respuestas, (o respuestas definitivas). El proceso de su cuestionamiento es, por así decirlo, infinito, no tiene retorno. Por eso tiene la capacidad de ampliar su conocimiento. Ante un hecho inexplicable, no afirma tener la razón, sino que exige que se busquen explicaciones naturales. Nunca renuncia a esperar que los procesos puedan explicarse en base a la postura ontológica que ha asumido. El naturalista es, por naturaleza, crítico, indagador y aferrado a la razón, y, por supuesto, valora el conocimiento obtenido científicamente.
El sobrenaturalista, si bien puede asociarse en algunos casos a individuos “cultos” y estudiosos, (caso de los teólogos), asume otra actitud. En cierto nivel del análisis de la realidad, renuncia a pensar, afirmando que la capacidad de la razón ha llegado a un límite y aceptando por tanto la existencia de entidades y/o procesos sobrenaturales, (como en el caso de las supuestas “curas milagrosas” o “milagros divinos”). Se sume en el irracionalismo, aún ante las más contundentes evidencias científicas o del sentido común que puedan refutar sus afirmaciones. Paradójicamente, y como lo muestra la historia, puede tratarse del individuo más instruido que podamos imaginarnos, o el que más enciclopedias haya leído, pero esto no cambia su condición: es un conformista intelectual. En efecto, ante lo incomprensible, se limita a afirmar que la razón humana es insuficiente para abordar el conocimiento de ciertos aspectos del ser y el devenir. Y de esto concluye que “hay que creer en algo sobrenatural”. No acepta el reto de esforzarse por intentar comprender el mundo objetivamente, de tratar de averiguar cómo y por qué ocurren las cosas.
Opino que el naturalismo supera al sobrenaturalismo, ¿en qué sentido? Paso a exponer al menos dos razones:
-a) La postura sobrenaturalista conduce a la decadencia intelectual y al irracionalismo. El sobrenaturalismo, siendo muchísimo mas antiguo que el naturalismo, no ha hecho más que frenar el avance del conocimiento humano. En particular, los dogmas religiosos históricamente censuraron el pensamiento crítico, (piénsese solo en Galileo, Kepler o Giordano Bruno). El sobrenaturalismo ha quedado reducido a la creencia ciega (la fe), a la domesticación de cerebros, a la persistencia de fantasías cada vez más difíciles de sostener a la luz de los conocimientos actuales, tal como la supuesta vida eterna, al conformismo de aceptar “misterios” inaccesibles a la razón. Ahora bien, ¿por qué persiste?, he aquí algunas posibles razones (que solo me limitaré a mencionarlas aunque merecen un análisis detallado):
- la aceptación de dogmas e inculcación de los mismos a través de generaciones, caso de las religiones.
- la ignorancia y especialmente el desconocimiento de los fundamentos filosóficos de la ciencia (y la técnica).
- la deficiencia educativa en lo que respecta a la promoción del pensamiento crítico, en oposición al pensamiento mágico y místico.
-b) El sobrenaturalismo, en cuanto cuerpo de ideas que puedan servir para algo, quedó rezagado respecto de la evolución de la cultura humana. En efecto, desde el punto de vista pragmático, no se conoce ningún logro práctico fundado en la creencia en espíritus, almas o fantasmas, ni ningún descubrimiento de alguna pauta de la naturaleza que nos permita dominarla (al menos parcialmente). Por el contrario, el naturalismo estimula y promueve el desarrollo de la Ciencia y la Tecnología, cuyos logros están a la vista.
Terminemos. He expuesto mi opinión. ¿Cuál es la suya amigo lector?