Hoy en la mañana, cuando iba de camino a la Universidad, me di cuenta que en el ómnibus en el que iba, habían sintonizado una radio de esas que te hablan de religión y de Dios. Como no me quedaba otra, y además, por curiosidad, me pasé todo el camino escuchando atentamente a lo que decía el locutor.
Hablaba de las cosas que suceden en el mundo y las penurias y peripecias por las que pasamos todos. Y decía que todo eso es “teológica y bíblicamente lógico”.
¡Pero por supuesto! Si en la Biblia Dios manda a vengarse de los enemigos, de amar al “prójimo” ―que en verdad se refiere a las personas del propio grupo― y de hacer lo que sea por Dios, incluso dar la vida si es necesario.
Algunas de estas cosas (argumentarán los creyentes), ya no son válidas, ya que Jesús vino para cambiar los mandatos que Dios tenía para los pueblos anteriores a él. Pero a mí lo único que me parece es que la gente se toma muy en serio esta serie de leyendas y mitos llamada Biblia.
Y sé que mucha gente dirá: ¿Y por qué se molestan en criticar a la Biblia, si nosotros (los creyentes) sólo hacemos las cosas que consideramos buenas de la Biblia? ¿Por qué los ateos piensan que el pensamiento religioso es negativo, si a mí me parece positivo?
Bueno, en este artículo responderé a estas preguntas y expondré mi punto de vista acerca de lo negativo y contraproducente de algunas ideas religiosas.
Lo que aparentemente es algo inofensivo, adquiere un matiz más oscuro al ver las muchas implicancias negativas que tiene con respecto a nuestra vida en general, desde el aspecto biológico y psicológico hasta el social y cultural.
Un ejemplo claro de las implicancias biológicas directas relacionadas al pensamiento religioso, es en cuanto al aspecto sexual. El sexo ha sido desde hace muchísimo tiempo uno de los mayores tabúes. Durante siglos, muchas mujeres han sido asesinadas por el simple hecho de no ser vírgenes, o de mostrar algunos centímetros de piel más de lo permitido por la sociedad. Si no, miremos a los países del Medio Oriente. Hasta hoy en día se estila en muchas regiones que las mujeres estén tapadas con velos y túnicas casi por completo, con excepción de la zona de los ojos y las manos. Y todo esto originado por las ideas religiosas de diversas culturas.
Y de lo anterior, también se desprenden daños y traumas psicológicos, como el hecho que muchas mujeres están convencidas de ser inferiores a los hombres, y de encontrarse subyugadas a los deseos y mandatos de estos. Otras implicancias psicológicas negativas tienen que ver con el famoso pecado original. Nos han enseñado que desde que nacemos (o incluso desde antes de nacer) ya tenemos una marca, una mancha de pecado; el pecado cometido por Adán y Eva. Primero que nada, habría que tener en claro que tanto Adán como Eva son personajes míticos, nunca existieron más que en las mentes de sus creadores y en las páginas de la literatura bíblica. Pero a pesar de esto, muchas personas sienten en verdad una culpa inflingida desde nuestros primeros días por la religión. Claro, si somos inducidos desde siempre a creer en semejante cosa, pues es lógico que psicológicamente nos sintamos siempre en inferioridad o en estado permanente de culpa; una culpa que no existe en lo absoluto. ¿Cómo podríamos ser culpables de algo que ni siquiera presenciamos? Sin embargo, esto es lo que nos enseña la religión.
Socialmente, el pensamiento religioso y lo que ello implica, también tiene consecuencias graves. Existen personas que se recluyen voluntariamente como sacrificio hacia Dios. Evidentemente existe un gran problema con ello, ya que desperdician su vida y su tiempo en una actividad que no les trae ningún beneficio, más bien, diría yo que tiene más perjuicio que beneficio. Muchas de estas personas dejan de comer, de hablar, o se privan de algunas cosas como lectura, televisión, paseos, etc. Pero existe una contradicción en estos actos. La moral existe porque vivimos en grupo, en sociedad. Una persona aislada es, por lo tanto, amoral. La moralidad es un conjunto de reglas autorreguladas y autorregulables que permiten que la vida de los individuos que viven en sociedad sea más grata. Pero, si estas personas que con recluirse buscan crecer mental y moralmente, pues no lo logran; todo lo contrario: lo único que logran es caer en un estado mental deprimido y convertirse en seres amorales. Otra implicancia más grave aún es el hecho de que muchas personas hacen el bien simplemente por temor al castigo divino o por ganarse un lugar en el cielo, como predican muchas religiones y como dice la Biblia misma. Esta situación no es de bondad verdadera, sino de egoísmo y conveniencia estratégica.
Y por último, hay que decir que durante todas nuestras vidas nos han contado muchas historias bíblicas, las cuales nos dan una idea de la historia universal profundamente errada. Por ejemplo, muchas personas piensan que el Diluvio Universal es un hecho histórico, o que el éxodo de Moisés lo fue. Pero cuando nos ponemos a estudiar la historia un poco más detenidamente, vemos que estos relatos que habíamos tomado antes como históricos, no son más que mitos encajados a la fuerza como hechos históricos. ¿Y por qué sucede esto? Pues por la religión.
Es como si ahora pensáramos que de verdad existió un minotauro en Grecia, o que en verdad Manco Cápac y mama Ocllo fundaron el Cuzco enterrando una estaca en el suelo, o que creyéramos que los dragones existieron en la Edad Media.
Es decir, las ideas religiosas logran únicamente que la ignorancia se expanda y generalice; que se convierta en una pandemia. Y no sólo estamos hablando de ignorancia, sino también de personas degradadas por la culpa del pecado original y eterno, de personas mermadas psicológicamente debido a diversos actos realizados en nombre de Dios, y lo más importante y grave: de personas egoístas que hacen el bien sólo por ganarse un pedacito de cielo, y no porque simplemente lo hagan porque lo consideran correcto.
Hablaba de las cosas que suceden en el mundo y las penurias y peripecias por las que pasamos todos. Y decía que todo eso es “teológica y bíblicamente lógico”.
¡Pero por supuesto! Si en la Biblia Dios manda a vengarse de los enemigos, de amar al “prójimo” ―que en verdad se refiere a las personas del propio grupo― y de hacer lo que sea por Dios, incluso dar la vida si es necesario.
Algunas de estas cosas (argumentarán los creyentes), ya no son válidas, ya que Jesús vino para cambiar los mandatos que Dios tenía para los pueblos anteriores a él. Pero a mí lo único que me parece es que la gente se toma muy en serio esta serie de leyendas y mitos llamada Biblia.
Y sé que mucha gente dirá: ¿Y por qué se molestan en criticar a la Biblia, si nosotros (los creyentes) sólo hacemos las cosas que consideramos buenas de la Biblia? ¿Por qué los ateos piensan que el pensamiento religioso es negativo, si a mí me parece positivo?
Bueno, en este artículo responderé a estas preguntas y expondré mi punto de vista acerca de lo negativo y contraproducente de algunas ideas religiosas.
Lo que aparentemente es algo inofensivo, adquiere un matiz más oscuro al ver las muchas implicancias negativas que tiene con respecto a nuestra vida en general, desde el aspecto biológico y psicológico hasta el social y cultural.
Un ejemplo claro de las implicancias biológicas directas relacionadas al pensamiento religioso, es en cuanto al aspecto sexual. El sexo ha sido desde hace muchísimo tiempo uno de los mayores tabúes. Durante siglos, muchas mujeres han sido asesinadas por el simple hecho de no ser vírgenes, o de mostrar algunos centímetros de piel más de lo permitido por la sociedad. Si no, miremos a los países del Medio Oriente. Hasta hoy en día se estila en muchas regiones que las mujeres estén tapadas con velos y túnicas casi por completo, con excepción de la zona de los ojos y las manos. Y todo esto originado por las ideas religiosas de diversas culturas.
Y de lo anterior, también se desprenden daños y traumas psicológicos, como el hecho que muchas mujeres están convencidas de ser inferiores a los hombres, y de encontrarse subyugadas a los deseos y mandatos de estos. Otras implicancias psicológicas negativas tienen que ver con el famoso pecado original. Nos han enseñado que desde que nacemos (o incluso desde antes de nacer) ya tenemos una marca, una mancha de pecado; el pecado cometido por Adán y Eva. Primero que nada, habría que tener en claro que tanto Adán como Eva son personajes míticos, nunca existieron más que en las mentes de sus creadores y en las páginas de la literatura bíblica. Pero a pesar de esto, muchas personas sienten en verdad una culpa inflingida desde nuestros primeros días por la religión. Claro, si somos inducidos desde siempre a creer en semejante cosa, pues es lógico que psicológicamente nos sintamos siempre en inferioridad o en estado permanente de culpa; una culpa que no existe en lo absoluto. ¿Cómo podríamos ser culpables de algo que ni siquiera presenciamos? Sin embargo, esto es lo que nos enseña la religión.
Socialmente, el pensamiento religioso y lo que ello implica, también tiene consecuencias graves. Existen personas que se recluyen voluntariamente como sacrificio hacia Dios. Evidentemente existe un gran problema con ello, ya que desperdician su vida y su tiempo en una actividad que no les trae ningún beneficio, más bien, diría yo que tiene más perjuicio que beneficio. Muchas de estas personas dejan de comer, de hablar, o se privan de algunas cosas como lectura, televisión, paseos, etc. Pero existe una contradicción en estos actos. La moral existe porque vivimos en grupo, en sociedad. Una persona aislada es, por lo tanto, amoral. La moralidad es un conjunto de reglas autorreguladas y autorregulables que permiten que la vida de los individuos que viven en sociedad sea más grata. Pero, si estas personas que con recluirse buscan crecer mental y moralmente, pues no lo logran; todo lo contrario: lo único que logran es caer en un estado mental deprimido y convertirse en seres amorales. Otra implicancia más grave aún es el hecho de que muchas personas hacen el bien simplemente por temor al castigo divino o por ganarse un lugar en el cielo, como predican muchas religiones y como dice la Biblia misma. Esta situación no es de bondad verdadera, sino de egoísmo y conveniencia estratégica.
Y por último, hay que decir que durante todas nuestras vidas nos han contado muchas historias bíblicas, las cuales nos dan una idea de la historia universal profundamente errada. Por ejemplo, muchas personas piensan que el Diluvio Universal es un hecho histórico, o que el éxodo de Moisés lo fue. Pero cuando nos ponemos a estudiar la historia un poco más detenidamente, vemos que estos relatos que habíamos tomado antes como históricos, no son más que mitos encajados a la fuerza como hechos históricos. ¿Y por qué sucede esto? Pues por la religión.
Es como si ahora pensáramos que de verdad existió un minotauro en Grecia, o que en verdad Manco Cápac y mama Ocllo fundaron el Cuzco enterrando una estaca en el suelo, o que creyéramos que los dragones existieron en la Edad Media.
Es decir, las ideas religiosas logran únicamente que la ignorancia se expanda y generalice; que se convierta en una pandemia. Y no sólo estamos hablando de ignorancia, sino también de personas degradadas por la culpa del pecado original y eterno, de personas mermadas psicológicamente debido a diversos actos realizados en nombre de Dios, y lo más importante y grave: de personas egoístas que hacen el bien sólo por ganarse un pedacito de cielo, y no porque simplemente lo hagan porque lo consideran correcto.
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