Para poder hacernos una idea de la manera en la que han surgido los idiomas, debemos tener en cuenta el hecho de que, como el proceso evolutivo en los seres vivos, las palabras que hoy utilizamos para construir ideas aparecieron por procesos análogos a los de la evolución biológica. Los productos de la evolución biológica no son perfectos; simplemente están adaptados a ciertas condiciones, y por eso, bajo ciertas circunstancias podrían no funcionar bien. Lo mismo sucede con los idiomas. Es por esta razón que no existe perfección en los conceptos creados a partir de estas palabras y por lo tanto se justifica que haya tantos malentendidos entre personas diferentes, además de que los conceptos pueden no reflejar adecuadamente las ideas de una persona.
Las palabras no son literalmente creadas dentro de un idioma dado; y me refiero a “casi” la totalidad de ellas, ya que algunas sí responden a un "diseño inteligente" por decirlo de alguna manera.
Y para entender un poco mejor esto, simplemente tomemos nuestro idioma, el castellano, y luego de analizar un poco, veremos que crear un idioma así, con toda la serie de reglas que posee, sería una tarea poco menos que imposible.
Como ya he mencionado, lo que ha sucedido con los idiomas es algo parecido a lo que sucede en la evolución biológica. Estamos hablando, por lo tanto, de una evolución memética.
Partamos de una sociedad ancestral, hace varios miles de años, cuando las primeras lenguas aparecieron. En esta sociedad hipotética, la asignación de sonidos articulados emitidos vocalmente a los diferentes objetos y seres existentes, fue transmitiéndose horizontal y verticalmente, logrando establecer convenciones que sentarían las bases de una lengua. El proceso fue seguramente muy complejo, hasta que una lengua quedó, en algún momento, definida y establecida con ciertas reglas básicas. De hecho, se podría decir que constituyó una lengua muy básica y simple, pero útil.
A partir de aquí, la cuestión es más interesante aún.
Muchos sucesos de migración se dieron en esta pequeña sociedad, con el afán de buscar nuevos territorios o simplemente porque el grupo se hacía cada vez más grande y se formaban nuevas tribus independientes. La lengua originada, entonces, mediante un proceso de deriva análogo a las mutaciones y a la selección natural (en este caso, selección memética), fue cambiando según las diferentes zonas geográficas.
Así, a lo largo de varios miles de años, mediante un proceso muy complejo que incluía el proceso formador de lenguajes aquí mencionado, pero de manera múltiple e interrelacionada, sumado al enriquecimiento de las diferentes lenguas debido a la influencia de otras culturas (mediante palabras introducidas, objetos novedosos a los que había que inventarle un nombre o adoptarlo e importarlo de otro idioma, etc.) fue que se formaron idiomas tan diversos y a la vez tan parecidos entre sí en diferentes grados. Este parecido y sus "parentescos" se pueden agrupar y organizar en una especie de árbol filogenético, análogo al ordenamiento de la taxonomía y la filogenética biológica.
Es por esta razón que hoy vemos idiomas tan parecidos entre sí, como el español (todas sus variantes), el portugués, el italiano y el francés; todas ellas descendientes del latín. En otro grupo podemos ver al inglés, el alemán, el holandés, descendientes de las lenguas germánicas antiguas. Y así podemos ver diferentes grupos que contienen a diferentes idiomas parecidos entre sí, y relacionados en su origen.
Y esta deriva que lleva a la formación de nuevos idiomas continúa aún hoy (al igual que los procesos biológicos/evolutivos), y seguirá ocurriendo en el futuro, por lo que creo pertinente hablar de una evolución del lenguaje estrechamente vinculada en sus procesos de formación y cambio a lo que ocurre con los procesos de cambio que experimentan todos los seres vivos.
Los productos del lenguaje, es decir, los conceptos creados a partir de la articulación y organización de palabras con sentido colectivo, son en extremo útiles, pero no perfectos.
Sin embargo, de la misma forma en que una estructura biológica imperfecta pero adaptada puede hacer del organismo que la posee un organismo exitoso en términos biológicos, el idioma y los conceptos que reflejan nuestras ideas tienen que ser también manejados de forma tal que nos permitan tener éxito a la hora de expresar adecuadamente lo que queremos decir, y permitir así, menos roces y más entendimiento mutuo entre los seres humanos.
Las palabras no son literalmente creadas dentro de un idioma dado; y me refiero a “casi” la totalidad de ellas, ya que algunas sí responden a un "diseño inteligente" por decirlo de alguna manera.
Y para entender un poco mejor esto, simplemente tomemos nuestro idioma, el castellano, y luego de analizar un poco, veremos que crear un idioma así, con toda la serie de reglas que posee, sería una tarea poco menos que imposible.
Como ya he mencionado, lo que ha sucedido con los idiomas es algo parecido a lo que sucede en la evolución biológica. Estamos hablando, por lo tanto, de una evolución memética.
Partamos de una sociedad ancestral, hace varios miles de años, cuando las primeras lenguas aparecieron. En esta sociedad hipotética, la asignación de sonidos articulados emitidos vocalmente a los diferentes objetos y seres existentes, fue transmitiéndose horizontal y verticalmente, logrando establecer convenciones que sentarían las bases de una lengua. El proceso fue seguramente muy complejo, hasta que una lengua quedó, en algún momento, definida y establecida con ciertas reglas básicas. De hecho, se podría decir que constituyó una lengua muy básica y simple, pero útil.
A partir de aquí, la cuestión es más interesante aún.
Muchos sucesos de migración se dieron en esta pequeña sociedad, con el afán de buscar nuevos territorios o simplemente porque el grupo se hacía cada vez más grande y se formaban nuevas tribus independientes. La lengua originada, entonces, mediante un proceso de deriva análogo a las mutaciones y a la selección natural (en este caso, selección memética), fue cambiando según las diferentes zonas geográficas.
Así, a lo largo de varios miles de años, mediante un proceso muy complejo que incluía el proceso formador de lenguajes aquí mencionado, pero de manera múltiple e interrelacionada, sumado al enriquecimiento de las diferentes lenguas debido a la influencia de otras culturas (mediante palabras introducidas, objetos novedosos a los que había que inventarle un nombre o adoptarlo e importarlo de otro idioma, etc.) fue que se formaron idiomas tan diversos y a la vez tan parecidos entre sí en diferentes grados. Este parecido y sus "parentescos" se pueden agrupar y organizar en una especie de árbol filogenético, análogo al ordenamiento de la taxonomía y la filogenética biológica.
Es por esta razón que hoy vemos idiomas tan parecidos entre sí, como el español (todas sus variantes), el portugués, el italiano y el francés; todas ellas descendientes del latín. En otro grupo podemos ver al inglés, el alemán, el holandés, descendientes de las lenguas germánicas antiguas. Y así podemos ver diferentes grupos que contienen a diferentes idiomas parecidos entre sí, y relacionados en su origen.
Y esta deriva que lleva a la formación de nuevos idiomas continúa aún hoy (al igual que los procesos biológicos/evolutivos), y seguirá ocurriendo en el futuro, por lo que creo pertinente hablar de una evolución del lenguaje estrechamente vinculada en sus procesos de formación y cambio a lo que ocurre con los procesos de cambio que experimentan todos los seres vivos.
Los productos del lenguaje, es decir, los conceptos creados a partir de la articulación y organización de palabras con sentido colectivo, son en extremo útiles, pero no perfectos.
Sin embargo, de la misma forma en que una estructura biológica imperfecta pero adaptada puede hacer del organismo que la posee un organismo exitoso en términos biológicos, el idioma y los conceptos que reflejan nuestras ideas tienen que ser también manejados de forma tal que nos permitan tener éxito a la hora de expresar adecuadamente lo que queremos decir, y permitir así, menos roces y más entendimiento mutuo entre los seres humanos.