¿Es el Diseño Inteligente (DI) una hipótesis aceptable en términos científicos? ¿Tiene algún asidero estable y firme en los hechos naturales, o simplemente es un intento desesperado de parte del creacionismo para defender sus dogmas desde dentro del ámbito científico?
Primero hay que definir qué es el Diseño Inteligente. El DI renace hace unos pocos años basándose en las afirmaciones de William Paley, allá por el siglo XVIII. Paley usaba una analogía (muy famosa hoy en día y refutada ampliamente por Richard Dawkins en El Relojero Ciego) para explicar la existencia de un creador y su “marca” presente en todos los seres vivos.
Esta analogía consistía en lo siguiente:
“Si uno va andando por el campo, y se encuentra un reloj, podemos asumir que éste ha sido previamente fabricado por un relojero. El reloj no apareció ahí de la nada. De la misma manera, todo lo que existe en el Universo ha sido, necesariamente creado por un ente superior, ya que la sola presencia de seres vivos y de material geológico y estelar, es evidencia de ello.”
Como podemos apreciar, el razonamiento utilizado por Paley es circular; no demuestra nada.
Esta explicación había caído un poco en el olvido, pero ya en las dos últimas décadas del siglo XX, se recogió el trabajo de Paley y el de otros creacionistas para armar lo que se conoce hoy como el DI.
Philip Johnson, William Dembski y Michael Behe, abogado, filósofo-matemático y bioquímico, respectivamente, son los tres mayores representantes del DI.
Lo que postula el DI es que la complejidad biológica existente es producto de la acción de un ser inteligente, el Creador. Para este menester, se acuñó un concepto: el de la complejidad irreductible. La complejidad irreductible se refiere a que una estructura biológica tiene un diseño y funcionalidad tales que si una sola pieza o parte de dicha estructura fuera removida, la estructura perdería su función por completo. Como ejemplo, mencionan al ojo humano. La pregunta que se hacen los creacionistas del DI es: ¿Acaso sirve medio ojo, o un cuarto de ojo? Y de este cuestionamiento basado en sus premisas (erradas, como veremos luego), surge el esperado ataque al proceso evolutivo.
Más o menos así es el razonamiento de los partidarios del DI: Como una estructura no puede funcionar si se extrae aunque sea una sola pieza, entonces el proceso evolutivo no puede darse por el simple hecho de que dicha estructura no puede admitir variante alguna, y mucho menos provenir de una estructura con complejidad menor.
En artículos anteriores, he tratado de argumentar y explicar por qué la hipótesis del DI no es científica y parte de una premisa errada. Estos artículos son La Evolución del Ojo y La Evolución del Flagelo Bacteriano.
Vayamos a la premisa principal de la que parte el DI: la complejidad irreductible. Esta complejidad irreductible, la cual implica un diseño inteligente, no es más que una ilusión de la naturaleza. El hecho de que podamos apreciar organismos muy bien adaptados a sus medios o estructuras que funcionan muy bien cumpliendo una cierta función, no quiere decir que estos organismos hayan sido creados deliberadamente por un ser inteligente ni que sus funciones sean únicas y perfectas. Ya hemos hablado en artículos anteriores acerca de la redundancia de las estructuras biológicas y de las imperfecciones que existen en todo ser vivo.
El error principal de los creacionistas del DI es tomar como base de todo su estudio y como punto de partida, la existencia de un dios creador. Es esta la verdadera causa de todo lo que viene a continuación. Ojo, que he dicho un dios creador y no un dios a secas, que son cosas muy diferentes. El primero es más parecido al Dios de la Biblia, mientras que el segundo tiene mayor similitud con un dios que está ahí, pero que deja que la naturaleza siga su curso.
Desde que se asume la existencia de un dios creador, como el dios bíblico, se tiene que asumir luego que todos los organismos están diseñados perfectamente y, por lo tanto, que el proceso evolutivo es una mera invención de un grupo de científicos.
Pero, ¿qué sucede con las evidencias? En E.E.U.U. ha habido una serie de juicios para determinar si la evolución se debe enseñar en las escuelas públicas o no. En muchos de estos juicios, los creacionistas del DI simplemente no daban respuestas satisfactorias ante las numerosas evidencias científicas que apoyan la evolución, así como tampoco daban una explicación de por qué los numerosos estudios e investigaciones en biología evolutiva podrían estar errados.
Como era de esperarse, este movimiento se encuentra muy bien financiado por la Institución Templeton, la cual apoya e incentiva a que se realicen estudios que tengan que ver con el creacionismo.
De hecho, es evidente que mientras haya influencia religiosa en países desarrollados como E.E.U.U. u otros, seguirán existiendo estas instituciones que no hacen mas que entorpecer la investigación científica de verdad.
Las implicancias de la hipótesis del DI van más allá de lo que podemos suponer, ya que no sólo influye en un debate cada vez más acalorado acerca de algo que ni siquiera debería estarse discutiendo. El tiempo y los recursos por parte de ambos bandos, están siendo utilizados en probar algo que, por un lado, ya está probado, mientras que por el otro, se realizan esfuerzos en vano por probar fehacientemente algo que parte de una premisa totalmente errada.
La forma de trabajar del DI, es evidentemente anticientífica. Por este motivo, no puede considerársele como una hipótesis científica. Sí es una hipótesis, pero para nada científica.
Primero hay que definir qué es el Diseño Inteligente. El DI renace hace unos pocos años basándose en las afirmaciones de William Paley, allá por el siglo XVIII. Paley usaba una analogía (muy famosa hoy en día y refutada ampliamente por Richard Dawkins en El Relojero Ciego) para explicar la existencia de un creador y su “marca” presente en todos los seres vivos.
Esta analogía consistía en lo siguiente:
“Si uno va andando por el campo, y se encuentra un reloj, podemos asumir que éste ha sido previamente fabricado por un relojero. El reloj no apareció ahí de la nada. De la misma manera, todo lo que existe en el Universo ha sido, necesariamente creado por un ente superior, ya que la sola presencia de seres vivos y de material geológico y estelar, es evidencia de ello.”
Como podemos apreciar, el razonamiento utilizado por Paley es circular; no demuestra nada.
Esta explicación había caído un poco en el olvido, pero ya en las dos últimas décadas del siglo XX, se recogió el trabajo de Paley y el de otros creacionistas para armar lo que se conoce hoy como el DI.
Philip Johnson, William Dembski y Michael Behe, abogado, filósofo-matemático y bioquímico, respectivamente, son los tres mayores representantes del DI.
Lo que postula el DI es que la complejidad biológica existente es producto de la acción de un ser inteligente, el Creador. Para este menester, se acuñó un concepto: el de la complejidad irreductible. La complejidad irreductible se refiere a que una estructura biológica tiene un diseño y funcionalidad tales que si una sola pieza o parte de dicha estructura fuera removida, la estructura perdería su función por completo. Como ejemplo, mencionan al ojo humano. La pregunta que se hacen los creacionistas del DI es: ¿Acaso sirve medio ojo, o un cuarto de ojo? Y de este cuestionamiento basado en sus premisas (erradas, como veremos luego), surge el esperado ataque al proceso evolutivo.
Más o menos así es el razonamiento de los partidarios del DI: Como una estructura no puede funcionar si se extrae aunque sea una sola pieza, entonces el proceso evolutivo no puede darse por el simple hecho de que dicha estructura no puede admitir variante alguna, y mucho menos provenir de una estructura con complejidad menor.
En artículos anteriores, he tratado de argumentar y explicar por qué la hipótesis del DI no es científica y parte de una premisa errada. Estos artículos son La Evolución del Ojo y La Evolución del Flagelo Bacteriano.
Vayamos a la premisa principal de la que parte el DI: la complejidad irreductible. Esta complejidad irreductible, la cual implica un diseño inteligente, no es más que una ilusión de la naturaleza. El hecho de que podamos apreciar organismos muy bien adaptados a sus medios o estructuras que funcionan muy bien cumpliendo una cierta función, no quiere decir que estos organismos hayan sido creados deliberadamente por un ser inteligente ni que sus funciones sean únicas y perfectas. Ya hemos hablado en artículos anteriores acerca de la redundancia de las estructuras biológicas y de las imperfecciones que existen en todo ser vivo.
El error principal de los creacionistas del DI es tomar como base de todo su estudio y como punto de partida, la existencia de un dios creador. Es esta la verdadera causa de todo lo que viene a continuación. Ojo, que he dicho un dios creador y no un dios a secas, que son cosas muy diferentes. El primero es más parecido al Dios de la Biblia, mientras que el segundo tiene mayor similitud con un dios que está ahí, pero que deja que la naturaleza siga su curso.
Desde que se asume la existencia de un dios creador, como el dios bíblico, se tiene que asumir luego que todos los organismos están diseñados perfectamente y, por lo tanto, que el proceso evolutivo es una mera invención de un grupo de científicos.
Pero, ¿qué sucede con las evidencias? En E.E.U.U. ha habido una serie de juicios para determinar si la evolución se debe enseñar en las escuelas públicas o no. En muchos de estos juicios, los creacionistas del DI simplemente no daban respuestas satisfactorias ante las numerosas evidencias científicas que apoyan la evolución, así como tampoco daban una explicación de por qué los numerosos estudios e investigaciones en biología evolutiva podrían estar errados.
Como era de esperarse, este movimiento se encuentra muy bien financiado por la Institución Templeton, la cual apoya e incentiva a que se realicen estudios que tengan que ver con el creacionismo.
De hecho, es evidente que mientras haya influencia religiosa en países desarrollados como E.E.U.U. u otros, seguirán existiendo estas instituciones que no hacen mas que entorpecer la investigación científica de verdad.
Las implicancias de la hipótesis del DI van más allá de lo que podemos suponer, ya que no sólo influye en un debate cada vez más acalorado acerca de algo que ni siquiera debería estarse discutiendo. El tiempo y los recursos por parte de ambos bandos, están siendo utilizados en probar algo que, por un lado, ya está probado, mientras que por el otro, se realizan esfuerzos en vano por probar fehacientemente algo que parte de una premisa totalmente errada.
La forma de trabajar del DI, es evidentemente anticientífica. Por este motivo, no puede considerársele como una hipótesis científica. Sí es una hipótesis, pero para nada científica.
1 comentario:
Para entender el diseño del universo y la vida, se debe analizar, estudiar y entender lo que es el mundo cuantico, estoy convencido de que las mismas fuerzas que lo rigen se aplican a las fuerzas del Universo, gravedad y electromagnetismo. Todo es cuestion de escalas y fractales.
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