Nuestra especie, Homo sapiens, es una especie perteneciente al orden de los primates y de gran éxito biológico, que gracias a sus capacidades cognitivas superlativas con respecto a las demás especies, ha logrado dominar en cierto sentido gran parte del ambiente natural, transformándolo y empujando a varias otras especies hacia condiciones de inestabilidad poblacional, e incluso hacia la extinción misma.
Sin embargo, a pesar de esta aparente dominancia y “superioridad” sobre otras especies, somos una de las especies de mamíferos con capacidades sensoriales más deficientes: visión de corto alcance, definición de imagen relativamente baja y percepción estrecha del espectro electromagnético; oído que no percibe frecuencias moderadamente bajas ni altas con respecto a otras especies; olfato pobre debido a la poca cantidad de receptores nerviosos para captar moléculas de olor; gusto pobre por razones similares a las del olfato. Al menos no podemos quejarnos del tacto, ya que poseemos zonas del cuerpo ricas en terminaciones nerviosas táctiles, como los pies, las manos y los genitales (aunque de todos modos hay animales que nos llevan ventajas asombrosas).
Y ni qué decir de ser muy lentos y físicamente débiles en comparación a la mayoría de mamíferos – teniendo en cuenta para esto que las comparaciones deben ser ajustadas proporcionalmente al tamaño del animal.
Con esto no pretendo dejar por los suelos la autoestima de nuestra especie; nada de eso. Simplemente quiero señalar que la arrogante idea de “la superioridad del humano sobre los demás seres vivos” no tiene fundamentos en los cuales apoyarse. Esta idea ha sido considerada prácticamente como una ley y un hecho inobjetable durante siglos, en parte gracias a las ideas religiosas que consideran que Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza (aunque siendo más preciso con los términos que utilizan los religiosos, Dios creó al “hombre” – y no al ser humano – a su imagen y semejanza, implicando esto la superioridad del hombre sobre la mujer, según los conceptos religiosos del monoteísmo).
Pero esto es harina de otro costal. Veamos de qué forma es que los seres humanos vivimos en un “mundo medio” sensorial como comenta el biólogo Richard Dawkins en alusión al por qué de nuestra percepción sesgada del mundo natural:
“La razón por la cual nosotros hallamos cosas intuitivamente fáciles de entender y otras difíciles, es que nuestros cerebros son en sí mismos, órganos evolucionados: computadoras de a bordo, que evolucionaron para ayudarnos a sobrevivir en un mundo—usaré el nombre “Mundo Medio”— donde los objetos que importan para nuestra supervivencia no eran ni muy grandes, ni muy pequeños; un mundo donde las cosas o se mantenían inmóviles o se movían lentamente en comparación a la velocidad de la luz y donde algunas cosas muy probables, serían tratadas como imposibles…
…La ciencia nos ha enseñado; en contra de toda la intuición evolucionada, que las cosas aparentemente sólidas, como los cristales y las rocas, están realmente hechas casi completamente de espacio vacío. Lo que es mostrado mediante la familiar ilustración que representa al núcleo de un átomo como una mosca en medio de un estadio deportivo. El átomo más cercano está fuera del estadio. La roca más dura, más sólida y más densa, es “realmente” casi totalmente, espacio vacío; interrumpido únicamente por minúsculas partículas tan separadas las unas de las otras, que no deberían tomarse en cuenta. Entonces, ¿Porqué las rocas lucen y se sienten sólidas, duras e impenetrables?...
…Nuestros cerebros han evolucionado para ayudar a nuestros cuerpos a hallar su camino en el mundo en la escala que nuestros cuerpos operan. Nosotros nunca evolucionamos para navegar por el mundo de los átomos. Si lo hubiésemos; nuestros cerebros probablemente percibirían a las rocas como objetos llenos de espacios vacíos. Las rocas se sienten duras e impenetrables en nuestras manos, porque nuestras manos no pueden penetrarlas. La razón por la cual no pueden penetrarlas no está relacionada con los tamaños ni con la separación entre las partículas que constituyen a la materia. En vez de eso, tiene que ver con los campos de fuerza que están asociados con las partículas ampliamente espaciadas de la materia “sólida”.
Es útil para nuestros cerebros, construir nociones como la solidez e impenetrabilidad, porque esas nociones ayudan a nuestros cuerpos a navegar en un mundo en el que los objetos—que nosotros llamamos sólidos—no pueden ocupar el mismo espacio que otros objetos sólidos.”
Siguiendo esta impecable lógica, podemos darnos cuenta de que nos encontramos “atrapados” en este Mundo Medio, percibiendo únicamente porciones pequeñas del Universo. Lógicamente, este resultado es perfectamente esperable si tenemos en cuenta procesos evolutivos y adaptativos, en lugar de cualquier tipo de diseño inteligente. Además, hay que tener en cuenta que tanto el rango como la amplitud de la percepción varían de una especie a otra.
Por ejemplo, nosotros no podemos ver porciones del espectro electromagnético correspondientes a la luz ultravioleta o, hacia el otro extremo, la luz infrarroja. Sin embargo, hay muchos animales que sí; hay algunos que tienen un abanico de percepción “corrido” hacia uno de los lados del espectro con respecto a nuestra percepción, mientras que otras especies simplemente nos rebasan por ambos lados.
Un interesante ejemplo de esto lo constituye una singular adaptación que podemos encontrar en las flores de Rudbeckia sp. Las especies pertenecientes a este género tienen pétalos amarillos y un disco central oscuro, como vemos en la imagen:
Sin embargo, a pesar de esta aparente dominancia y “superioridad” sobre otras especies, somos una de las especies de mamíferos con capacidades sensoriales más deficientes: visión de corto alcance, definición de imagen relativamente baja y percepción estrecha del espectro electromagnético; oído que no percibe frecuencias moderadamente bajas ni altas con respecto a otras especies; olfato pobre debido a la poca cantidad de receptores nerviosos para captar moléculas de olor; gusto pobre por razones similares a las del olfato. Al menos no podemos quejarnos del tacto, ya que poseemos zonas del cuerpo ricas en terminaciones nerviosas táctiles, como los pies, las manos y los genitales (aunque de todos modos hay animales que nos llevan ventajas asombrosas).
Y ni qué decir de ser muy lentos y físicamente débiles en comparación a la mayoría de mamíferos – teniendo en cuenta para esto que las comparaciones deben ser ajustadas proporcionalmente al tamaño del animal.
Con esto no pretendo dejar por los suelos la autoestima de nuestra especie; nada de eso. Simplemente quiero señalar que la arrogante idea de “la superioridad del humano sobre los demás seres vivos” no tiene fundamentos en los cuales apoyarse. Esta idea ha sido considerada prácticamente como una ley y un hecho inobjetable durante siglos, en parte gracias a las ideas religiosas que consideran que Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza (aunque siendo más preciso con los términos que utilizan los religiosos, Dios creó al “hombre” – y no al ser humano – a su imagen y semejanza, implicando esto la superioridad del hombre sobre la mujer, según los conceptos religiosos del monoteísmo).
Pero esto es harina de otro costal. Veamos de qué forma es que los seres humanos vivimos en un “mundo medio” sensorial como comenta el biólogo Richard Dawkins en alusión al por qué de nuestra percepción sesgada del mundo natural:
“La razón por la cual nosotros hallamos cosas intuitivamente fáciles de entender y otras difíciles, es que nuestros cerebros son en sí mismos, órganos evolucionados: computadoras de a bordo, que evolucionaron para ayudarnos a sobrevivir en un mundo—usaré el nombre “Mundo Medio”— donde los objetos que importan para nuestra supervivencia no eran ni muy grandes, ni muy pequeños; un mundo donde las cosas o se mantenían inmóviles o se movían lentamente en comparación a la velocidad de la luz y donde algunas cosas muy probables, serían tratadas como imposibles…
…La ciencia nos ha enseñado; en contra de toda la intuición evolucionada, que las cosas aparentemente sólidas, como los cristales y las rocas, están realmente hechas casi completamente de espacio vacío. Lo que es mostrado mediante la familiar ilustración que representa al núcleo de un átomo como una mosca en medio de un estadio deportivo. El átomo más cercano está fuera del estadio. La roca más dura, más sólida y más densa, es “realmente” casi totalmente, espacio vacío; interrumpido únicamente por minúsculas partículas tan separadas las unas de las otras, que no deberían tomarse en cuenta. Entonces, ¿Porqué las rocas lucen y se sienten sólidas, duras e impenetrables?...
…Nuestros cerebros han evolucionado para ayudar a nuestros cuerpos a hallar su camino en el mundo en la escala que nuestros cuerpos operan. Nosotros nunca evolucionamos para navegar por el mundo de los átomos. Si lo hubiésemos; nuestros cerebros probablemente percibirían a las rocas como objetos llenos de espacios vacíos. Las rocas se sienten duras e impenetrables en nuestras manos, porque nuestras manos no pueden penetrarlas. La razón por la cual no pueden penetrarlas no está relacionada con los tamaños ni con la separación entre las partículas que constituyen a la materia. En vez de eso, tiene que ver con los campos de fuerza que están asociados con las partículas ampliamente espaciadas de la materia “sólida”.
Es útil para nuestros cerebros, construir nociones como la solidez e impenetrabilidad, porque esas nociones ayudan a nuestros cuerpos a navegar en un mundo en el que los objetos—que nosotros llamamos sólidos—no pueden ocupar el mismo espacio que otros objetos sólidos.”
Siguiendo esta impecable lógica, podemos darnos cuenta de que nos encontramos “atrapados” en este Mundo Medio, percibiendo únicamente porciones pequeñas del Universo. Lógicamente, este resultado es perfectamente esperable si tenemos en cuenta procesos evolutivos y adaptativos, en lugar de cualquier tipo de diseño inteligente. Además, hay que tener en cuenta que tanto el rango como la amplitud de la percepción varían de una especie a otra.
Por ejemplo, nosotros no podemos ver porciones del espectro electromagnético correspondientes a la luz ultravioleta o, hacia el otro extremo, la luz infrarroja. Sin embargo, hay muchos animales que sí; hay algunos que tienen un abanico de percepción “corrido” hacia uno de los lados del espectro con respecto a nuestra percepción, mientras que otras especies simplemente nos rebasan por ambos lados.
Un interesante ejemplo de esto lo constituye una singular adaptación que podemos encontrar en las flores de Rudbeckia sp. Las especies pertenecientes a este género tienen pétalos amarillos y un disco central oscuro, como vemos en la imagen:
Estos colores son los que apreciamos los seres humanos con nuestra visión normal. Sin embargo, las abejas mielíferas tienen el espectro de visión corrido hacia la luz ultravioleta, por lo que ellas ven las mismas flores del siguiente modo:
Lo que sucede es que estas flores poseen flavonoles (pigmentos que absorben luz ultravioleta) en la porción de los pétalos que se encuentra hacia el centro de la flor. Esta estrategia de Rudbeckia es una adaptación para atraer a las abejas y que cumplan su rol de polinizadoras. Esta es una marca o guía que les sirve a las abejas para localizar el polen y el néctar presentes en la flor. Pero las abejas no tendrían tan fácil la labor de no ser porque ellas pueden ver los “colores” de la luz ultravioleta, a diferencia de nosotros los seres humanos.
Este es un claro ejemplo de coevolución; cambios independientes ocurridos en poblaciones de organismos diferentes que coexisten y que tienen de algún modo relaciones ecológicas importantes, y que suponen un beneficio para ambas especies.
Este es solo un ejemplo de cómo nuestros sentidos limitan nuestra visión del mundo natural, y cómo nuestra intuición primaria nos lleva a pensar que muchas cosas que forman parte de la naturaleza, pero que se encuentran fuera del rango de nuestro Mundo Medio, son inverosímiles o absurdas, aunque tales cosas hayan sido demostradas (y se encuentren aún sujetas a constantes y rigurosas pruebas), como por ejemplo el proceso evolutivo, la naturaleza finita del Universo, la relatividad espacio-temporal, los procesos que se dan en los agujeros negros, el tiempo geológico contado por miles de millones de años, entre otros fenómenos naturales.
Sin embargo, la ventaja de la ciencia con respecto a la percepción humana es que se sirve de tecnología avanzada que permite realizar observaciones de la naturaleza a escalas inalcanzables por la misma percepción humana: Básicamente espectrógrafos, técnicas de amplificación molecular, telescopios y microscopios (entre otros muchos aparatos y técnicas), para ver más allá de lo evidente, así como sensores acústicos de alta y baja frecuencia, para oír más allá de lo audible.
Esta estrechez de miras que es inherente a nuestra especie, y en general, a cualquier entidad biológica, nos tendría que hacer reflexionar acerca de muchas cosas de la vida diaria, como que no podemos fiarnos demasiado de nuestros sentidos primarios, ya que, como cualquier producto de la evolución, es imperfecto. Maravillosos y altamente complejos, pero imperfectos.
Muchos sonidos, imágenes, sabores, sensaciones táctiles e incluso olores pueden tranquilamente ser generados por nuestro cerebro – la mayoría de las veces constituyen eventos normales – y no representan necesariamente lo que ocurre en el mundo exterior a nuestro propio cuerpo. Por supuesto, también puede ocurrir que percibamos cosas que suceden realmente en el mundo exterior a nosotros, pero que las malinterpretemos o atribuyamos erróneamente a algo que no es.
Nuestra estrechez de miras natural no debe obnubilar nuestro entendimiento de la naturaleza, sino que, ya conscientes de dicha limitación, se hace necesario tener en cuenta siempre a los métodos científicos y los descubrimientos y estudios hechos por científicos, los cuales nos pueden ayudar a obtener interpretaciones menos sesgadas de las cosas. A fin de cuentas, la ciencia no es más que conocimiento, y no utilizar dicho conocimiento u obviarlo sería una gran necedad de nuestra parte.
Este es un claro ejemplo de coevolución; cambios independientes ocurridos en poblaciones de organismos diferentes que coexisten y que tienen de algún modo relaciones ecológicas importantes, y que suponen un beneficio para ambas especies.
Este es solo un ejemplo de cómo nuestros sentidos limitan nuestra visión del mundo natural, y cómo nuestra intuición primaria nos lleva a pensar que muchas cosas que forman parte de la naturaleza, pero que se encuentran fuera del rango de nuestro Mundo Medio, son inverosímiles o absurdas, aunque tales cosas hayan sido demostradas (y se encuentren aún sujetas a constantes y rigurosas pruebas), como por ejemplo el proceso evolutivo, la naturaleza finita del Universo, la relatividad espacio-temporal, los procesos que se dan en los agujeros negros, el tiempo geológico contado por miles de millones de años, entre otros fenómenos naturales.
Sin embargo, la ventaja de la ciencia con respecto a la percepción humana es que se sirve de tecnología avanzada que permite realizar observaciones de la naturaleza a escalas inalcanzables por la misma percepción humana: Básicamente espectrógrafos, técnicas de amplificación molecular, telescopios y microscopios (entre otros muchos aparatos y técnicas), para ver más allá de lo evidente, así como sensores acústicos de alta y baja frecuencia, para oír más allá de lo audible.
Esta estrechez de miras que es inherente a nuestra especie, y en general, a cualquier entidad biológica, nos tendría que hacer reflexionar acerca de muchas cosas de la vida diaria, como que no podemos fiarnos demasiado de nuestros sentidos primarios, ya que, como cualquier producto de la evolución, es imperfecto. Maravillosos y altamente complejos, pero imperfectos.
Muchos sonidos, imágenes, sabores, sensaciones táctiles e incluso olores pueden tranquilamente ser generados por nuestro cerebro – la mayoría de las veces constituyen eventos normales – y no representan necesariamente lo que ocurre en el mundo exterior a nuestro propio cuerpo. Por supuesto, también puede ocurrir que percibamos cosas que suceden realmente en el mundo exterior a nosotros, pero que las malinterpretemos o atribuyamos erróneamente a algo que no es.
Nuestra estrechez de miras natural no debe obnubilar nuestro entendimiento de la naturaleza, sino que, ya conscientes de dicha limitación, se hace necesario tener en cuenta siempre a los métodos científicos y los descubrimientos y estudios hechos por científicos, los cuales nos pueden ayudar a obtener interpretaciones menos sesgadas de las cosas. A fin de cuentas, la ciencia no es más que conocimiento, y no utilizar dicho conocimiento u obviarlo sería una gran necedad de nuestra parte.
4 comentarios:
Muy buen post.
De tus mejores.
saludos
Ah, pero cuánto va a cambiar nuestra percepción sensorial tras la presentación, hoy, del iPad, por parte de Jobs (de Apple) Jeje.
Ahora en serio, como dice El Tunche, un post inmejorable.
Enhorabuena.
Un abrazo.
Mucho de lo que somos depende del SOl, el cual es el corazon de nuestro sistema solar, dependemos de su energia y sus fuerzas, cualquier cambio en el, en su comportamiento nos afecta, talves el siguiente paso se vaya a dar cuando el SOl libere una cierta energia que hara que nuestro cerebro sea capaz de utilizar mas capacidad, mas conecciones neurologicas se activaran, dandonos otra vision y entendimiento de lo que nos rodea.
Si es extremadamente escueto lo que es el ángulo de visión que tenemos comparación a otras especies de animales y también a las radiaciones mayores.
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