Si bien es cierto que el aumento del tamaño cerebral y la complejidad cerebral han sido determinantes para alcanzar los niveles cognitivos actuales del ser humano, el lenguaje hablado ha sido primordial en este proceso.
Sin lenguaje no habríamos podido crear las complejas y diversas ideas que poseemos en nuestro amplio acervo cultural. Tampoco podríamos haber llevado registro alguno de nuestra historia, tanto a nivel individual como social.
Pero el aspecto más importante que podemos destacar en este punto sería que ninguna tecnología ni historia social ni individual podrían haber sido conocidas ni desarrolladas por nadie, teniendo en cuenta que sin lenguaje no hay pensamiento abstracto, ni raciocinio, ni consciencia (y/o autoconciencia), ni desarrollo de planes a futuro, ni cognición; la memoria colectiva de nuestra especie y la capacidad exponencial para lograr manejar el entorno no hubieran existido en absoluto sin lenguaje. Es este último el que abrió las puertas a todo lo anteriormente mencionado. Todo ello hubiera sido imposible sin un código de símbolos como el lenguaje. Este código arbitrario tiene como principal función asignar un valor o significado a cada objeto existente para un reconocimiento más fácil y generalizado; constituye una convención de significación e identificación de las cosas, cuyo uso y aprendizaje se ven restringidos a un grupo de personas en particular.
Otra función del lenguaje hablado es la exteriorización y divulgación de ideas o pensamientos; una “materialización” de los pensamientos individuales. Hay que decir que estas ideas y pensamientos no existirían de no ser por el mismo lenguaje, por lo que queda en evidencia que esta función del lenguaje no es más que una extensión y consecuencia de su misma existencia. Vendría a darse aquí lo que se conoce como retroalimentación positiva.
Ahora, en el transcurso del proceso evolutivo han confluido varias características que, juntas, favorecieron la aparición del lenguaje y, por lo tanto, la cognición humana. Este conjunto de características son de tipo anatómico: estructuras adaptadas para la emisión de sonidos o vocalizaciones de amplio espectro; estructuras para la recepción adecuada de dichas vocalizaciones en la forma de ondas sonoras; una visión adecuada que permita discernir los diferentes objetos presentes en la naturaleza; y la misma estructura cerebral, con centros de procesamiento de esta información para su posterior conversión en paquetes de información coherente y con sentido definido.
Como podemos ver, los sentidos jugaron un papel fundamental en el desarrollo del lenguaje hablado.
Dichas adaptaciones estructurales pudieron ser explotadas en conjunto logrando formar la base para el desarrollo potencial del lenguaje. Pero hay que tener en cuenta que además de todo esto, el desarrollo del pulgar oponible y el desarrollo mental tuvieron que ver mucho al respecto.
Aún así, el hecho de que un organismo posea estructuras con potenciales como estos, no implica necesariamente que pueda desarrollar un lenguaje hablado. Existen diversos factores que impedirán esto, como por ejemplo, el desarrollo de la inteligencia, y las necesidades puntuales que tenga un organismo en particular.
Esta redundancia fisiológica es, en esencia, la base de la evolución biológica; la existencia de una amplia gama de posibilidades y potencialidades de la cual puedan originarse nuevas estructuras y nuevas funciones.
Sin lenguaje no habríamos podido crear las complejas y diversas ideas que poseemos en nuestro amplio acervo cultural. Tampoco podríamos haber llevado registro alguno de nuestra historia, tanto a nivel individual como social.
Pero el aspecto más importante que podemos destacar en este punto sería que ninguna tecnología ni historia social ni individual podrían haber sido conocidas ni desarrolladas por nadie, teniendo en cuenta que sin lenguaje no hay pensamiento abstracto, ni raciocinio, ni consciencia (y/o autoconciencia), ni desarrollo de planes a futuro, ni cognición; la memoria colectiva de nuestra especie y la capacidad exponencial para lograr manejar el entorno no hubieran existido en absoluto sin lenguaje. Es este último el que abrió las puertas a todo lo anteriormente mencionado. Todo ello hubiera sido imposible sin un código de símbolos como el lenguaje. Este código arbitrario tiene como principal función asignar un valor o significado a cada objeto existente para un reconocimiento más fácil y generalizado; constituye una convención de significación e identificación de las cosas, cuyo uso y aprendizaje se ven restringidos a un grupo de personas en particular.
Otra función del lenguaje hablado es la exteriorización y divulgación de ideas o pensamientos; una “materialización” de los pensamientos individuales. Hay que decir que estas ideas y pensamientos no existirían de no ser por el mismo lenguaje, por lo que queda en evidencia que esta función del lenguaje no es más que una extensión y consecuencia de su misma existencia. Vendría a darse aquí lo que se conoce como retroalimentación positiva.
Ahora, en el transcurso del proceso evolutivo han confluido varias características que, juntas, favorecieron la aparición del lenguaje y, por lo tanto, la cognición humana. Este conjunto de características son de tipo anatómico: estructuras adaptadas para la emisión de sonidos o vocalizaciones de amplio espectro; estructuras para la recepción adecuada de dichas vocalizaciones en la forma de ondas sonoras; una visión adecuada que permita discernir los diferentes objetos presentes en la naturaleza; y la misma estructura cerebral, con centros de procesamiento de esta información para su posterior conversión en paquetes de información coherente y con sentido definido.
Como podemos ver, los sentidos jugaron un papel fundamental en el desarrollo del lenguaje hablado.
Dichas adaptaciones estructurales pudieron ser explotadas en conjunto logrando formar la base para el desarrollo potencial del lenguaje. Pero hay que tener en cuenta que además de todo esto, el desarrollo del pulgar oponible y el desarrollo mental tuvieron que ver mucho al respecto.
Aún así, el hecho de que un organismo posea estructuras con potenciales como estos, no implica necesariamente que pueda desarrollar un lenguaje hablado. Existen diversos factores que impedirán esto, como por ejemplo, el desarrollo de la inteligencia, y las necesidades puntuales que tenga un organismo en particular.
Esta redundancia fisiológica es, en esencia, la base de la evolución biológica; la existencia de una amplia gama de posibilidades y potencialidades de la cual puedan originarse nuevas estructuras y nuevas funciones.
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