Duane Gish y colaboradores, en su libro Creación, Evolución y El Registro Fósil, afirman que la evolución es un postulado no comprobado y que constituye una teoría no científica debido a que “nadie ha observado la evolución en la naturaleza”. Se afirma también en dicho libro, que no existen formas fósiles de transición entre una especie y otra. Sin embargo uno de los ejemplos más conocidos y estudiados es el caso de los caballos. Se conocen fósiles de diferentes especies de caballos, anatómicamente diferentes entre sí sólo por algunas características, y que constituyen además, una sucesión temporal.
Si bien es cierto que el registro fósil es imperfecto, esto de debe a que el proceso de fosilización es muy poco común. Se tienen que dar un conjunto de condiciones necesarias para que este proceso se lleve a cabo, y muchas veces no se da así. Muchas veces se conocen fósiles incompletos y fragmentados. Sólo en algunos casos se conocen fósiles de formas intermedias, como en el caso de los caballos, de los elefantes, de las ballenas, e incluso de las aves.
En el caso del caballo (denominación general para este morfotipo), la característica mas notable en cuanto a la variación anatómica constituyen los dedos de las patas y en segundo lugar, los dientes. Los caballos actuales del género Equus, poseen unos huesos denominados metapodianos estiliformes, los cuales se sitúan flanqueando a los huesos metacarpianos o metatarsianos. Estos metapodianos estiliformes, se consideran como huesos vestigiales.
A lo largo de toda su historia, los vertebrados han poseído un plan básico de 5 dedos en cada extremidad, salvo en los primeros tetrápodos, existiendo variaciones en el número de dedos de acuerdo al grupo taxonómico al que pertenecía cada especie[1].
Los antepasados de los caballos actuales tenían más de un dedo en cada pata. En el Eoceno, existió el Eohippus o Hyracotherium, animal de dimensiones parecidas a las de un perro mediano actual. Poseía cuatro dedos en las patas delanteras y tres en las traseras, además de un aparato masticador apropiado para una dieta filófaga, con dientes triangulares y de corona baja. Más tarde, en el Oligoceno, apareció el Mesohippus, el cual era un poco más grande que el Eohippus. Este animal, se apoyaba en sus dedos medios, aunque tenía aún otros dos dedos, los cuales estaban reducidos. Su dentadura correspondía aún a una dieta filófaga. En el Mioceno apareció el Merychippus, el cual poseía el segundo y el cuarto dedos mas atrofiados que en Mesohippus, pero, a diferencia de sus antecesores, poseía dientes aptos para una dieta herbívora, con coronas más altas y mas apropiadas para masticar hierbas duras. Ya en el plioceno, apareció el Pliohippus, el cual había aumentado en tamaño con respecto a sus antecesores, y poseía también dentadura de corona alta. En el Pleistoceno apareció el género Equus al cual pertenecen el Caballo de Przewalski (Equus przewalski), todas las especies de cebras, los asnos y todas las razas de caballos domésticos de hoy en día. Todas estas especies actuales se caracterizan por poseer un solo dedo, habiéndose atrofiado los demás y quedando únicamente como reminiscencia los metapodianos estiliformes.
Una cosa debe quedar clara de todo esto: los fósiles existentes de estas formas primitivas del caballo, constituyen formas intermedias entre los antiguos condilartros y el Equus moderno. Una persona ajena al concepto de evolución puede ver este caso en particular y pensar que la evolución busca perfeccionarse y que se da en un sentido determinado. Pues hay que tener mucho cuidado con este tipo de conjeturas. La evolución no tiene un fin ni “busca” la perfección, sino que ocurre por selección natural, más precisamente por selección genética, seleccionando los genes ― o un conjunto de ellos ― que se adecuen a las condiciones dadas en un preciso instante en la naturaleza. La evolución tampoco implica un cambio de formas pequeñas a grandes, ni de simples a complejas necesariamente. Para ejemplificar esto, podemos tomar el caso de las aves y los cocodrilos respectivamente. Las aves descienden de una línea de dinosaurios saurisquios, proceso en el cual evidentemente ocurrieron disminuciones de tamaño considerables, aunque se pueden encontrar fluctuaciones entre las diferentes especies y las diferentes ramificaciones que se dieron en el transcurso de la historia evolutiva de este grupo. El caso de los cocodrilos refleja otro aspecto: Existen fósiles muy antiguos de cocodrilos y se puede observar que durante cientos de millones de años, hasta la actualidad, el modelo básico del cocodrilo se ha mantenido virtualmente inalterado. Esto evidencia una adaptación extraordinaria a las condiciones naturales y ambientales dadas en sus diferentes hábitats. El modelo estructural de los cocodrilos simplemente no ha necesitado ser modificado, con respecto a las condiciones del medio, lo cual constituye un caso excepcional de adaptación a lo largo del tiempo.
Ahora, ¿por qué razón digo que la evolución no tiene un fin ni “busca” la perfección? Pues porque una especie, con un modelo estructural dado (como un cocodrilo), podría estar muy acondicionada a un ecosistema en especial, o a un clima determinado (por ejemplo, los Manglares de Tumbes); pero si se le varían las condiciones drásticamente, lo más probable es que dicha especie se extinga o que su supervivencia quede gravemente amenazada (por ejemplo, que se traslade a un cocodrilo de los manglares a una zona desértica).
Con esto vemos que la perfección no existe, ni se busca siquiera, sino que los organismos se van adaptando a las situaciones dadas en el medio en el que habitan, y es así como actúa la selección natural: va “seleccionando” a los individuos (en realidad actúa sobre los genes, pero es el individuo el que integra toda esta selección de genes en una sola entidad, en la que se pueden visualizar estos cambios genéticos) que se adapten mejor y que tengan la capacidad de sobrevivir para tener descendencia y esparcir sus genes a las generaciones sucesivas.
Muchos creacionistas como D. Gish, sostienen que los evolucionistas ven a la evolución como “procesos naturales mecanicistas debidos a propiedades inherentes a la materia inanimada”. Pero pregunto yo, ¿si no se da gracias a las propiedades de la materia (entiéndanse como propiedades químicas, físicas, fisicoquímicas, bioquímicas), entonces en base a qué propiedades se puede dar, teniendo en cuenta que estamos formados de células, y ellas de biomoléculas, y ellas de moléculas simples, y ellas de átomos? Me pregunto una cosa: ¿para qué estudiamos tanto los procesos físicos, químicos, biológicos? y, en general, ¿para qué estudiamos a la ciencia, si un grupo de personas que creen ciegamente en el contenido de un libro del cual no tienen pruebas de su veracidad ni del origen que dicen que tiene, pretenden negar los hechos mediante argumentos incomprobables y fantásticos? ¿Es que acaso no quieren ver las evidencias? Que significa entonces, ¿que Dios hizo algo y nos puso pistas y huellas de algo que nunca sucedió?
Un argumento en contra, que proponen los creacionistas acerca del origen de la vida a partir de materia inorgánica, es la siguiente: Si la vida se originó de la unión de moléculas al azar para formar moléculas más complejas y luego células vivas, ¿como es que ahora y durante los miles de millones de años siguientes no se ha seguido produciendo eso?
La respuesta es simple para una persona que conoce algo de ciencia: Cuando se originó la vida no habían factores limitantes tales como los hay y hubieron pocos millones de años después de formarse la vida: los microorganismos. Ahora no se da la formación de vida a partir de moléculas inorgánicas, debido a que los microorganismos se encargan de digerirlas e introducirlas a sus procesos metabólicos. Desde la aparición de las bacterias, todo el planeta está poblado de ellas, evitando la generación de nueva vida a partir de materia orgánica. Esa es sólo una de las razones por la que ya no se produce más dicho proceso. Quizás otros motivos de que ya no suceda este tipo de acontecimientos, sean el clima y las condiciones atmosféricas. De hecho, la proporción de los gases presentes en la atmósfera en la actualidad y hace miles de millones e años es totalmente diferente.
El tema del origen de la vida y de la diversificación de esta en cientos de formas y tamaños, es motivo de amplia discusión dentro del ámbito científico, y esto debido a diversos motivos. Pero lo que sí resulta inaceptable es proponer como alternativa a las teorías científicas, algún tipo de creacionismo facilista, simplificador y tergiversador de la naturaleza real.
Si bien es cierto que el registro fósil es imperfecto, esto de debe a que el proceso de fosilización es muy poco común. Se tienen que dar un conjunto de condiciones necesarias para que este proceso se lleve a cabo, y muchas veces no se da así. Muchas veces se conocen fósiles incompletos y fragmentados. Sólo en algunos casos se conocen fósiles de formas intermedias, como en el caso de los caballos, de los elefantes, de las ballenas, e incluso de las aves.
En el caso del caballo (denominación general para este morfotipo), la característica mas notable en cuanto a la variación anatómica constituyen los dedos de las patas y en segundo lugar, los dientes. Los caballos actuales del género Equus, poseen unos huesos denominados metapodianos estiliformes, los cuales se sitúan flanqueando a los huesos metacarpianos o metatarsianos. Estos metapodianos estiliformes, se consideran como huesos vestigiales.
A lo largo de toda su historia, los vertebrados han poseído un plan básico de 5 dedos en cada extremidad, salvo en los primeros tetrápodos, existiendo variaciones en el número de dedos de acuerdo al grupo taxonómico al que pertenecía cada especie[1].
Los antepasados de los caballos actuales tenían más de un dedo en cada pata. En el Eoceno, existió el Eohippus o Hyracotherium, animal de dimensiones parecidas a las de un perro mediano actual. Poseía cuatro dedos en las patas delanteras y tres en las traseras, además de un aparato masticador apropiado para una dieta filófaga, con dientes triangulares y de corona baja. Más tarde, en el Oligoceno, apareció el Mesohippus, el cual era un poco más grande que el Eohippus. Este animal, se apoyaba en sus dedos medios, aunque tenía aún otros dos dedos, los cuales estaban reducidos. Su dentadura correspondía aún a una dieta filófaga. En el Mioceno apareció el Merychippus, el cual poseía el segundo y el cuarto dedos mas atrofiados que en Mesohippus, pero, a diferencia de sus antecesores, poseía dientes aptos para una dieta herbívora, con coronas más altas y mas apropiadas para masticar hierbas duras. Ya en el plioceno, apareció el Pliohippus, el cual había aumentado en tamaño con respecto a sus antecesores, y poseía también dentadura de corona alta. En el Pleistoceno apareció el género Equus al cual pertenecen el Caballo de Przewalski (Equus przewalski), todas las especies de cebras, los asnos y todas las razas de caballos domésticos de hoy en día. Todas estas especies actuales se caracterizan por poseer un solo dedo, habiéndose atrofiado los demás y quedando únicamente como reminiscencia los metapodianos estiliformes.
Una cosa debe quedar clara de todo esto: los fósiles existentes de estas formas primitivas del caballo, constituyen formas intermedias entre los antiguos condilartros y el Equus moderno. Una persona ajena al concepto de evolución puede ver este caso en particular y pensar que la evolución busca perfeccionarse y que se da en un sentido determinado. Pues hay que tener mucho cuidado con este tipo de conjeturas. La evolución no tiene un fin ni “busca” la perfección, sino que ocurre por selección natural, más precisamente por selección genética, seleccionando los genes ― o un conjunto de ellos ― que se adecuen a las condiciones dadas en un preciso instante en la naturaleza. La evolución tampoco implica un cambio de formas pequeñas a grandes, ni de simples a complejas necesariamente. Para ejemplificar esto, podemos tomar el caso de las aves y los cocodrilos respectivamente. Las aves descienden de una línea de dinosaurios saurisquios, proceso en el cual evidentemente ocurrieron disminuciones de tamaño considerables, aunque se pueden encontrar fluctuaciones entre las diferentes especies y las diferentes ramificaciones que se dieron en el transcurso de la historia evolutiva de este grupo. El caso de los cocodrilos refleja otro aspecto: Existen fósiles muy antiguos de cocodrilos y se puede observar que durante cientos de millones de años, hasta la actualidad, el modelo básico del cocodrilo se ha mantenido virtualmente inalterado. Esto evidencia una adaptación extraordinaria a las condiciones naturales y ambientales dadas en sus diferentes hábitats. El modelo estructural de los cocodrilos simplemente no ha necesitado ser modificado, con respecto a las condiciones del medio, lo cual constituye un caso excepcional de adaptación a lo largo del tiempo.
Ahora, ¿por qué razón digo que la evolución no tiene un fin ni “busca” la perfección? Pues porque una especie, con un modelo estructural dado (como un cocodrilo), podría estar muy acondicionada a un ecosistema en especial, o a un clima determinado (por ejemplo, los Manglares de Tumbes); pero si se le varían las condiciones drásticamente, lo más probable es que dicha especie se extinga o que su supervivencia quede gravemente amenazada (por ejemplo, que se traslade a un cocodrilo de los manglares a una zona desértica).
Con esto vemos que la perfección no existe, ni se busca siquiera, sino que los organismos se van adaptando a las situaciones dadas en el medio en el que habitan, y es así como actúa la selección natural: va “seleccionando” a los individuos (en realidad actúa sobre los genes, pero es el individuo el que integra toda esta selección de genes en una sola entidad, en la que se pueden visualizar estos cambios genéticos) que se adapten mejor y que tengan la capacidad de sobrevivir para tener descendencia y esparcir sus genes a las generaciones sucesivas.
Muchos creacionistas como D. Gish, sostienen que los evolucionistas ven a la evolución como “procesos naturales mecanicistas debidos a propiedades inherentes a la materia inanimada”. Pero pregunto yo, ¿si no se da gracias a las propiedades de la materia (entiéndanse como propiedades químicas, físicas, fisicoquímicas, bioquímicas), entonces en base a qué propiedades se puede dar, teniendo en cuenta que estamos formados de células, y ellas de biomoléculas, y ellas de moléculas simples, y ellas de átomos? Me pregunto una cosa: ¿para qué estudiamos tanto los procesos físicos, químicos, biológicos? y, en general, ¿para qué estudiamos a la ciencia, si un grupo de personas que creen ciegamente en el contenido de un libro del cual no tienen pruebas de su veracidad ni del origen que dicen que tiene, pretenden negar los hechos mediante argumentos incomprobables y fantásticos? ¿Es que acaso no quieren ver las evidencias? Que significa entonces, ¿que Dios hizo algo y nos puso pistas y huellas de algo que nunca sucedió?
Un argumento en contra, que proponen los creacionistas acerca del origen de la vida a partir de materia inorgánica, es la siguiente: Si la vida se originó de la unión de moléculas al azar para formar moléculas más complejas y luego células vivas, ¿como es que ahora y durante los miles de millones de años siguientes no se ha seguido produciendo eso?
La respuesta es simple para una persona que conoce algo de ciencia: Cuando se originó la vida no habían factores limitantes tales como los hay y hubieron pocos millones de años después de formarse la vida: los microorganismos. Ahora no se da la formación de vida a partir de moléculas inorgánicas, debido a que los microorganismos se encargan de digerirlas e introducirlas a sus procesos metabólicos. Desde la aparición de las bacterias, todo el planeta está poblado de ellas, evitando la generación de nueva vida a partir de materia orgánica. Esa es sólo una de las razones por la que ya no se produce más dicho proceso. Quizás otros motivos de que ya no suceda este tipo de acontecimientos, sean el clima y las condiciones atmosféricas. De hecho, la proporción de los gases presentes en la atmósfera en la actualidad y hace miles de millones e años es totalmente diferente.
El tema del origen de la vida y de la diversificación de esta en cientos de formas y tamaños, es motivo de amplia discusión dentro del ámbito científico, y esto debido a diversos motivos. Pero lo que sí resulta inaceptable es proponer como alternativa a las teorías científicas, algún tipo de creacionismo facilista, simplificador y tergiversador de la naturaleza real.
[1] Basado en el origen de los vertebrados. El plan básico existente en los orígenes de los vertebrados no era uno solo, sino que existieron varios en la transición de los peces a los anfibios. Habían especies pentadáctilas, y otras de 6, 7, 8, 9, 10 o más dedos. Al final, el modelo pentadáctilo, por alguna razón, tuvo éxito, siendo hoy el plan básico existente entre los vertebrados.
2 comentarios:
Daniel, muy bueno tu blog, te felicito.
Saludos desde España.
JACS
Gracias JACS.
Un saludo =)
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